viernes, 3 de mayo de 2013

Las semillas en la alimentación.

Hoy os voy a comentar algo sobre las semillas, bueno voy a empezar a contaros, iré añadiendo a medida que las vaya empleando en más recetas.

Es importante que incluyamos semillas en la alimentación por sus propiedades y lo que nos aportan y, sobre todo, es importante incorporarlas para personas que, como yo, no pueden comer cualquier tipo de nutriente. Hay que tomarlas tostadas, mejor que crudas, para que nuestro organismo pueda asimilarlas mejor, y se aprovechen todos sus nutrientes. Lo normal es encontrarlas tostadas y crudas en los comercios especializados, yo siempre elijo las tostadas, porque se mantienen mejor y porque el proceso de tueste es más homogéneo que si lo hacemos en casa en una sartén o plancha, donde es más fácil que se nos pasen a poco que nos despistemos.

Como todo, no son la panacea de nada, pero complementan nuestra dieta de manera sana y natural y además aportan agradables toques de sabor y color a nuestros platos. La cantidad a tomar es de una cucharadita al día, no más.

Y para los que, cuando miran los envases de semillas se van sin comprarlas porque son cantidades grandes, os contaré que yo, lo que hago para que no se me pongan rancias, es repartir los paquetes en botecitos pequeños, de cristal, por supuesto, y con cierre hermético, y guardarlas en el congelador. Así voy sacando un botecito cuando se me gasta el anterior y me duran un montón de tiempo en perfectas condiciones. Si están herméticamente cerrados, no hacen hielo ni se apelotonan, se quedan sueltas y, en cuanto las sacas, como son tan chicas, se descongelan...

Antes de empezar es muy importante RECALCAR que no por tomar más semillas de la cantidad recomendada vamos a tener mejores efectos o más potenciados, antes al contrario, podremos tener algún inconveniente indeseado y, sobre todo, NUNCA se debe de hacer oídos sordos a las prescripciones facultativas, o sea, nunca se deben de dejar de seguir los consejos y recomendaciones del médico en caso de una enfermedad, esto no es "la purga de Benito", es un ingrediente que podemos introducir en nuestra cocina para mantener y alargar nuestra salud y buen estado pero, si ya estamos enfermos, hay que dejarse aconsejar, tratar y vigilar siempre por un profesional. 

Y bueno, creo que va a ser mejor que entremos en materia.

SEMILLAS DE SÉSAMO O AJONJOLÍ


Todos conocemos esta semilla aunque sea por haberlas visto sobre la corteza de los panecillos de las hamburguesas... Hay de dos tipos, uno blanco, bueno clarito, y otro negro. Posee elevados niveles de hierro, cinc y calcio; el hierro está en mayor cantidad en el sésamo negro, es bueno para personas propensas a sufrir anemia ferropénica; el calcio es bueno para personas con osteoporosis, niños en edad de crecimiento, embarazadas y lactantes, personas intolerantes a los lácteos y, en general para todo el mundo, sin abusar, como todo... Tras la soja, es la semilla con mayor contenido en lecitina, que nos ayuda a metabolizar las demás grasas, por lo que colabora a reducir los niveles de colesterol, sobre todo el malo, con los beneficios que ello supone. Contiene aminoácidos, en especial metionina, que ayuda a combatir astenia y estados de debilidad. También nos proporcionan altos niveles de manganeso y cobre y además, nos dan dos sustancias que no encontramos en otros alimentos o nutrientes, sesamín y sesamolín, que protegen el hígado, entre otros beneficios. Y tiene la tasa más alta de fitoesteroles, eso tan de moda que le añaden a los productos que anuncian en la tele, de nombres impronunciables.  Nos aporta vitamina E, que trabaja como antioxidante, vitaminas del grupo B, antianémicas e indispensables para el buen funcionamiento del sistema nervioso y que fortalecen uñas y cabello. 


SEMILLAS DE AMAPOLA


Las semillas de amapola aportan ácido linoléico, que colabora en la no formación de tumores. Tomadas en infusión tienen un efecto relajante suave. Son ricas en ácidos grasos esenciales, tienen propiedades antioxidantes y nos ayudan a prevenir la osteoporosis, lo cual es ideal para las personas intolerantes a los lácteos y sus derivados, como yo, que no tomo calcio que venga del mundo animal porque no puedo metabolizarlo bien y me hace daño. Resumiendo: nos aportan ácidos grasos insaturados, ácido linoléico, ácido oleico y ácido linolénico, nutrientes antioxidantes (antocianidina), vitaminas del grupo B, fósforo, magnesio y fibra. 

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