Ya os he comentado que no soy muy "dulcera", así es que no suelo preparar muchos dulces y nunca había preparado un bizcocho y menos cubierto de fondant... Pero siempre hay una primera vez para todo y como es el cumpleaños de mis padres, el 11 de abril el de mi madre y el 18, el de mi padre, y lo vamos a celebrar hoy, pues me he puesto a ello, eso sí, he hecho un bizcocho vegano...
INGREDIENTES:
- 200 g harina de espelta.
- 100 g de harina de maíz.
- 2 sobres de levadura.
- 100 g de azúcar de caña integral.
- 1 yogur de soja.
- 1 medida (del yogur) de aceite de girasol.
- 1,5 medidas (del yogur) de leche de soja.
- 1 paquete de fondant.
- colorantes alimentarios al gusto.
ELABORACIÓN:
Poner a calentar el horno a 200º C.
Mezclamos bien las harinas y la levadura y reservamos. En el vaso de la batidora ponemos el yogur, el aceite y la leche de soja y mezclamos bien, añadiendo el azúcar poco a poco mientras mezclamos. Una vez que tengamos una masa homogénea, incorporamos las harinas y seguimos batiendo hasta que se integren por completo.
Untamos un molde con aceite, lo podéis hacer con margarina o mantequilla, pero yo he usado aceite de oliva porque me resulta más natural; vertemos la mezcla y lo metemos al horno.
Al principio lo mantenemos a 200º C hasta que suba y, una vez que haya subido, lo bajamos a 180º C, hasta que lo veamos doradito. Hay que cuidar de no abrir el horno mientras está subiendo y ya, cuando veamos que está doradito, abrimos, pinchamos el bizcocho y, si sale seco, es que está cocido.
Yo, como tengo un horno pequeñito, se ha dorado más en la zona de las resistencias, como podéis ver en la foto.
Desmoldamos con mucho cuidado, ayuda usar uno de esos moldes desmontables, y dejamos enfriar sobre una rejilla, para que sea más rápido y no haga vapor.
Y mientras se enfría, trabajamos el fondant. Yo le he puesto un primaveral color verde y, como buena novata, es mi primera vez, me he peleado un poco con él al trabajarlo, ya que cuando se calienta, se pega que da gusto. Solución, dejar que se enfríe un poco y, para extenderlo, he usado una botella de cristal lisita, llena de cubitos, porque también se me pegaba a la botella.
Una vez extendido, lo ponemos encima del bizcocho, lo recortamos y lo decoramos con lo que queramos, yo he usado rotuladores alimentarios y figuritas de chocolate. Y he aquí el resultado.
Como ojos le he puesto las edades de mis padres. En la foto no se aprecia mucho, pero no ha quedado mal, para ser la primera, aunque hay que seguir practicando para que salga mejor. ¡Con lo fácil que es hacer planos a mano alzada y lo difícil que me resulta dibujar en una tarta!
Y el resultado gustativo, ya os lo contaré cuando hagamos la cata, que será dentro de un rato.
¡FELIZ DOMINGO!